DRÁCULA

Capítulo II:
LA LLEGADA AL CASTILLO
("CASTELUL CONTELUI DRACULA")



La voz gutural del cochero me devolvió a la realidad. Mina no estaba allí conmigo. Habíamos llegado a la morada de Drácula, mi anfitrión.
Cuando me apeé del carruaje, sentí una desazón indescriptible.

Casi hubiese deseado regresar de nuevo a Bukovina, para emprender de nuevo el viaje a mi amado Londres.
Ahora estaba solo, ante un destino que se me antojaba incierto, a juzgar por la apariencia de aquel castillo.

Pero reflexioné que dentro de lo desagradable de la situación, era peor la posibilidad de pasar la noche de los Cárpatos a descubierto.



Así que subí las escaleras de aquella mansión de siglos.

Llamé con los nudillos en aquellas puertas anquilosadas en el tiempo. Mis manos parecían el leve crujir de una hoja en medio de una tormenta ensordecedora.

No contestaron al principio.

Insistí.

Y al final, alguien o algo, porque nadie en forma humana me vino a recibir, me hizo expedito el camino a un mundo de horror del que todavía no conocía nada.